Había chocolate y pidió fresa
blog por accidente
miércoles, 2 de marzo de 2011
RECUERDOS. 1.
lunes, 14 de febrero de 2011
La respuesta del insecto
Sorprende y resuelve, entonces, su poema n. 26, el anteúltimo, para hacernos recordar que lo que estamos leyendo son cartas. “Hasta siempre/ la abeja”, termina firmando. Súbitamente, el poema, todos los poemas se convirtieron en cartas (¿a la mosca?). Maravilloso cómo nos habíamos olvidado.
Recordamos, así, el título y volvemos al epígrafe: ¡Abeja! ¡Te espero! de Emily Dickinson y damos con el poema base, el intertexto al cual responde Forchetti: “¡Abeja! ¡Te espero!/ justo ayer le decía/ a alguien/ que tú también conoces/ que estabas al llegar. /Las ranas volvieron hace una semana/ están instaladas y andan trabajando. / Los pájaros, la mayoría de vuelta. / El trébol, tan cálido como tupido. / Recibirás mi carta/ sobre el diecisiete. / Contesta. / O mejor, ven conmigo. / Con afecto, la mosca.”
Ahora sí entendemos que esos versos pequeños, llenos de simplicidad y que proponen a la naturaleza como escenario son producto de esta decisión de respuesta: es ahora la abeja la que le responde a la mosca. Y en estas 26 respuestas se despliega todo un arte amatorio de dos especies que nada tienen que ver entre sí pero que, evidentemente, mucho tienen que decirse las poetas.
No todo es miel, los amantes en su recorrido, seguro, afrontarán peligros. “Duermen las serpientes en la arena”, “no sabe/ nada/ del capullo/ de espinas”, “duerme/ la fruta” que podrá hablarnos, acaso, de una iniciación cuando la serpiente despierte o del mito de Perséfone o de la historia de la Bella Durmiente. Incluso Laura Forchetti nombrará el secreto que se olvidó, “la bondad del cielo”, y mostrará colores (principalmente el rojo, el blanco y el negro) como un modo de entender que lo puro convive, y lo demuestra la naturaleza, con lo más bajo, “pensamientos blancos/ de corazón/ violeta casi negro”.
Pronto, de todos modos, en ese periplo de mostrar al otro su amor, volverá ella sola a escribir, desplegándose en múltiples papeles: es ella la escritora, es Emily Dickinson, es otra, es la abeja. Es la que puede mirar de cerca como si sus ojos fueran microscopios, o los ojos mismos de un insecto, para ampliarse, luego, escribir desde la dimensión humana. Todas mostrarán un amor que se extiende para integrar otros personajes, los niños, las hermanas, la madre, el padre, todo un universo familiar, otros frutos, otros insectos, que trabajan con la belleza del mundo, (como Laura), otros libros, otros papeles, otras palabras, otras lluvias. Y por sobre todas las cosas los capullos ardientes que “despliegan unas brillante sexualidad/ para anunciar su deseo”.
8.
podría amarte
el tiempo
en que cae
un pétalo
sin deshacerse
16.
después
de tres
o cuatro días
cesó
el viento
norte
quedan restos
que ayudan
a la noche
23.
que sea una flor
de perfume
nocturno
para llamarte
murciélago
mariposa
domingo, 13 de febrero de 2011
Laura Forchetti. 1.
me demoro en los amarillos
que van a alimentarnos
este invierno
el otoño trabaja entre los árboles
y los pájaros ensayan nuevas canciones
un escarabajo
prometió
llevar mi mensaje
a tu ventana
búscalo
entre las cortezas
él sabe
la fecha exacta
de mi llegada
(de Cartas a la Mosca, ed. El Suri Porfiado, 2010, Buenos Aires)
miércoles, 9 de febrero de 2011
La libertad del gato
Él sobre ella está por vibrar y alargar su cabeza hacia el infinito. El gato salta sobre su espalda y es el animal el que quiere hacerle el amor a ella. Una triple unión sin ascenso, sino un reptar del cuerpo.
Algo se vacía y el gato permite, libera. El hombre pierde el conocimiento en su estallido y vuelve a incorporarse proponiendo aire. Los tres ahora se mueven, permitiéndose todo. Ella disfruta, se mueve. El gato la toca, no deja de tocarla. Algo se revierte en ella también, o para ella. Algo está para ella.
Todo termina y desde la ventana se ve como se pone el sol. Buenos Aires aún mantiene en algunos lugares esos hermosos horizontes rojos. Las cortinas siguen flameando y toda la habitación se viste de naranja. Ella está recostada acariciando al gato. Él está recostado, acariciándola a ella.
martes, 24 de febrero de 2009
PÁJARO DE AIRES FRÍOS
mi corazón tiene lanzas
aunque se haya disfrazado de pájaro
huelo su pico y su aire
no tiene norte
y sé que es él
que no es cuervo
porque posa su beso en mi hombro
y anida y anida y anida
martes, 17 de febrero de 2009
INSOMNIO
domingo, 14 de diciembre de 2008
TARDE
El Malba es distinto. Eso es lo que me dijeron cuando llegué quince minutos tarde (veintidós quince) a la última función de la noche (veintidós horas) y no me dejaron entrar.
Estamos de acuerdo en que hay empleados que cumplen su horario religiosamente y que una vez terminado los invade un deseo único y poderoso de huida. Estamos de acuerdo, también, en que existe entre aquellos que trabajan con el público, atendiéndolo o vendiendo, una satisfacción enorme al negarle la entrada, la venta o la atención. En general, áquel que consume se convierten en algo muy lejano al género humano. Se convierten en seres, de la peor calaña, seres insistentes, sin emociones, sin pasado ni futuro. Están ahí con una única función: hacer del trabajo una categoría de defensa y ataque.
Sin embargo, aún cuando cierta comprensión se cuele, hay algo de la política del museo que vibra en lugares alejados de la realidad.
Hay códigos. Está claro que la sociedad está llena de ellos. Y si pensamos en el arte, los encontramos en los pactos internos de cada disciplina. Cuando se trata de un espectáculo también hay pactos. Por ejemplo, el teatro. Nadie se atrevería a armar ningún escándalo porque llegó tarde a la función. Sería una profanación. Un corte en el ritual de la dramaturgia. Ahora bien, el cine no propone nada por el estilo. Cuántas veces nos habremos perdido los primeros minutos de una película e hicimos un esfuerzo enorme por ponernos al tanto de la situación. Casi como un ejercicio mental de unir piezas rápidamente para poder seguir el hilo de la historia. En el cine no hay quiebre porque el pacto, la técnica es otra. No por nada fue, en su momento, una renovación en lo que espectáculo se refiere.
En cualquier cine, en los shoppings o en los de la calle te dejan entrar. En el Malba, que es distinto, no.
¿Por qué es distinto? Evidentemente, si bien hay una estrategia de marketing donde la diferencia es rentable o característica de una personalidad, hay diferencias que simplemente renuevan ciertas distancias originadas en la sociedad.
Mientras bajaba las gradas del museo, indignada y frustrada porque no había podido ver la peli que moría de ganas de ver, sentí que me habían puesto un límite. Me dijeron, hasta acá. Y no se si muchas veces me pasó eso en la vida. Quizás en el amor. De todas formas, me fui pensando si eso que acababa de ocurrir era realmente correcto o no. Y llegué a esta conclusión, todo organismo, empresa, centro cultural, museo, asociación, fundación que promueva, cuide, solvente, muestre, haga arte debe esta en consonancia con las circunstancias de ese país. No debe sustentar la llegada tarde, ni el robo, ni la corrupción, pero sí la empatía con aquellas personas que quizás llegaron tarde porque viven lejos, se rompió el tren, hubo paro, un accidente, se clavó un clavo oxidado mientras caminaba. La prolijidad que camufla cierto elitismo o cierto “únicamente considero correctas las cosas hechas a mi modo” no debería formar parte de un museo. Esteriliza la relación público- arte. O aún, sella lugares. Acá está el arte con sus horarios. Usted, consumidor, ubíquese detrás de esa línea. Lo llamaremos a la brevedad.
Quizás después de quince minutos de la hora fuego, el buen señor de la boletería me podría haber vendido una entrada. Pero las órdenes son las órdenes.
Es sólo una cuestión de actitud.