lunes, 10 de noviembre de 2008

EL PRINCIPIO DEL VIAJE

Su mujer lo esperaba en la cocina. Como siempre, con los ojos delineados de celeste. Un poco de laguna por encima y debajo de su iris marrón. Se le acercó con la valija hecha, pero no muy convencido. Estaba empapado, afuera llovía. Por la ventana se notaba que no iba a parar por mucho rato. Eran las tres de la tarde y el cielo estaba negro, como humo de doscientas fábricas juntas. Se sentó en la mesa y cebó un mate. Ella le dijo:
-Igual, vamos a salir hoy- y desplegó el mapa con la ruta ya trazada- ya pensé todo. Vamos a ir por acá, bordeando este río- le dijo señalando un camino no pavimentado.
Él abrió grandes los ojos y le mostró el pronóstico del diario. Tormenta eléctrica y peligro de huracán para esa noche y el día siguiente. Ella se río, agarró el diario y lo tiró al tacho de basura.
-Hoy salimos.
Ladislao temblaba de frío y de miedo. Fue al baño a buscar una toalla.
-No voy a poder manejar hoy. No andan los limpiaparabrisas.
-Los arreglé ayer. En la vida hay que tratar siempre de hacer las cosas- divagó- poner sexta. Yo sé que a vos te falta esa velocidad. Por eso me elegiste a mí- y le mostró el anillo de su anular derecho- y volvería a decir que sí ¿vos no?

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