domingo, 9 de noviembre de 2008

CINCO

A las cinco de la tarde me agarra el ataque. Puntualmente. Diariamente. Cinco menos diez voy corriendo, esté donde esté, y me encierro en el baño más cercano. Bajo llave. De mujeres, de hombres, de discapacitados. Después de alrededor veinte minutos salgo. Soy como un pastel recién salido del horno. Entro derretida, salgo elevada. Nunca me agarra a la intemperie, lo que sería catastrófico. Ya bastante tuve, y tuvo el resto que estuvo a mi alrededor, en bares o colectivos. Playas, ni hablar. Todo esto me contaron porque yo no me acuerdo de nada. Pierdo el conocimiento. ¿Desconocimiento viene de conocimiento, o bien de cimiento? Pierdo los cimientos.

Cinco en punto ¿eh? Sea donde sea. Nada de verme afectada por blabla de Greenwich, nada de franjas horarias. Cinco en punto en Buenos Aires, Londres o Vietnam. Salgo volando.

3 comentarios:

Natalia Carozzo dijo...

te diste cuenta que suele haber algo irremediable en tus relatos, es asi y es asi, arbitrario, generalmente doloroso? como q se extiende en una situación estanca y determinada

(comentarito el mio)

Natalia dijo...

eeeeeeehhhhh... don´t know
naty

Natalia dijo...

es muy interesante lo que dcís, lo de arbitrario, me parece que eso puede ser un jugo, algo más a la simple representaicón, y claro, uno sublima, y también está el hecho de que no son cuoentos terminados. gracias na!