domingo, 2 de marzo de 2008

Está lloviendo. Huelo la tierra mojada. Forma parte de mi cuerpo. Mi nariz disfruta y pienso en el suelo, en el cementerio del otoño. Tengo la sensación del movimiento constante, de que no existe lo quieto. La lluvia está bajando, como siempre, y por qué no? algo está cambiando. Llueve como quiere. Está para salir y correr, aunque después me enferme. Siempre me gustó convertirme en lluvia. Siempre lo hice. Me devuelve la vida. Me quita la impaciencia. Me devuelve lo instantáneo. Cuando deja, despacio, de llover, algo se apaga. Si tu casa es resistente, uno siempre quiere que siga lloviendo, y como siempre que llovió paró, uno sabe que la eternidad no es el agua. Pero que las cosas duren, o lo bueno dura poco. No. Neguémonos. Saudade.

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